Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Recorte presupuestal: ¿maquinación política?

Manuel Aguilera Gómez

14 de septiembre de 2016

Nuestra vocación por el fracaso es incorregible. Renuncian los funcionarios pero perviven su ideas; el predominio de la necedad ideológica por encima de la realidad. El señorío de los dogmas: la elevación del evangelio neoliberal al rango de religión. Hoy estamos viviendo la versión repetida de esa terquedad que tiene atrapados a los dirigentes de la política financiera desde hace 33 años fatídicos, condenando a los mexicanos a la penuria.

Dos lecciones creímos haber aprendido: la industrialización es el camino cierto al desarrollo y la especialización en la exportación de materias primas tiene como destino la perpetuación del subdesarrollo. Nos olvidamos de estas premisas y nos dedicamos a promover la industria maquiladora y la extracción el petróleo. ¡Hoy estamos pagando el costo de ese error!

Ante la renuencia del sector privado para pagar impuestos, se sostuvo un ritmo de gasto público basado en los gravámenes a la exportación del crudo. Cuando el precio de este se desploma en el mercado internacional, deviene la crisis presupuestal. Lejos de enfrentarla por medio de una revisión a fondo del gasto público y de una nueva política tributaria  progresiva, el gobierno tomó la decisión de comprometerse públicamente a no aumentar los impuestos en cinco años y a financiar el déficit (no reconocido) mediante el incremento correlativo de la deuda pública. En ese contexto se apeló al cinismo de ofrecer la prosperidad anhelada pues el PIB crecería 5%. ¡Zarandajas!

Año tras año se ha reducido el presupuesto (presupuesto base-cero y otras falacias) con resultados palpables: la economía mexicana crece a ritmo pasmoso, la deuda pública aumenta aceleradamente y el déficit presupuestario no cede, debido a impacto tanto del aumento de la tasa de interés como el efecto de la devaluación sobre la deuda pública.  Se han manejado de manera independiente la política fiscal y la política monetaria. Cada área con la soberbia insondable de sus titulares sin que nadie los obligue a una cooperación estrecha. ¡Craso error!

Con su ignorancia habitual, algunos voceros políticos del PAN exigen irresponsablemente  mayor contracción del gasto público; sin preocuparse por entender la circunstancia, los del PRI acuden al machacón recurso de “doloroso pero necesario”, y los partidos de izquierda son incapaces de pergeñar algún argumento contestatario comprensible. Al mismo tiempo, autoridades hacendarias están comenzando, desde ahora, a cabildear –es decir, a comprometer los votos de los legisladores—en el Congreso para sacar adelante el proyecto presupuestal. Una cancha deportiva para cualquier comunidad seleccionada por los diputados influyentes interesados en ser presidentes municipales; un favor aduanero; el ofrecimiento de viajes –todo pagado-- al extranjero en compañía de la familia;  un cheque complementario a sus dietas; y un sin fin de prácticas propias del “mercado legislativo democrático” se aplican como elemento persuasivo. En la tribuna, durante las discusiones públicas para la aprobación de la Ley de Ingresos y, después,
el Presupuesto de Egresos, ciertos legisladores provistos de conocimientos del ramo, afines a los funcionarios de la Secretaría de Hacienda, defenderán las iniciativas y otros, --poquísimos-- expresarán públicamente su desacuerdo. Así, con algunos retoques, se aprobará del llamado “paquete presupuestario” por la mayoría parlamentaria. Las finanzas públicas seguirán su rumbo hacia el empequeñecimiento y el debilitamiento progresivo del Estado Mexicano, en detrimento de su capacidad para cumplir con sus responsabilidades.

Los voceros del Gobierno sostienen que la calificadora Standard & Poors degradó la situación financiera de “estable” a “negativa” debido al rápido aumento de la deuda gubernamental; atento a esta ”humillación”, se presentó   a la Cámara de Diputados un presupuesto muy recortado. Sin embargo, como lo han denunciado algunos especialistas, la forma como el gobierno Federal pretende financiar su gasto no  logrará reducir la deuda pública: lejos de ello, la va a acrecentar en poco más de 500 mil millones de pesos. ¿Un engaño más a la opinión pública?

En algunos círculos se maneja una hipótesis maquiavélica: varios miembros del gabinete expusieron su inconformidad ante el Presidente por los recortes presupuestales; para contrarrestar esas quejas, la Secretaría Hacienda acudió a las calificadoras para conseguir el apoyo a su proyecto. ¿Otra maquinación de los financieros oficiales para presionar al presidente?

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