Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Culminación de la gran derrota histórica de México.

Manuel Aguilera Gómez

19 de abril de 2016

Hace alrededor de dos meses, la Secretaría de Hacienda anunció una reducción de 100 mil millones de pesos del presupuesto de PEMEX, tras haber logrado días antes, la destitución de su director general, tenaz opositor a esa ruinosa medida. Tanto los miembros oficiales como los “independientes” del  Consejo de Administración de la nueva empresa productiva del Estado aceptaron callada y mansamente la decisión hacendaria pese a sus impactos devastadores en sus finanzas. ¡Los generosos emolumentos suelen adormecer concienciase y propician el extravío de responsabilidades!      

De inmediato, el gobernador del Banco México se apresuró a atribuir a tan draconiana medida el final de la especulación cambiaria, porque, en su opinión, “los mercados reciben con beneplácito todo lo conducente a fortalecer los fundamentos sanos de la economía”, es decir,  dieron la bienvenida a todo recorte presupuestario. ¡Pamplinas; pronto se conocerán las verdaderas razones de la contención devaluatoria!  

Entusiastas promotores de la extinción de PEMEX, los funcionarios de la Secretaría de Hacienda se habían mostrado indiferentes ante las perniciosas consecuencias de su decisión. Empero, pronto apareció un problema no previsto: los proveedores de PEMEX reclamaron el pago de los adeudos por la prestación de servicios y venta de bienes cuyo monto excede a 120 mil millones de pesos. Muchos de ellos de nacionalidad extranjera comenzaron a  exigir ante las instancias políticas el pago de sus deudas. Si la empresa paraestatal no honraba sus compromisos contractuales, los acreedores amenazaban con apelar ante los tribunales internacionales su cumplimiento, en detrimento del prestigio crediticio “otorgado” por las famosas calificadoras, onerosas instancias dedicadas a expedir cartas de buena conducta a los financistas generosos, artífices de la popular frase tan extendida en el mundo financiero: todo premio tiene un precio (a price for a prize).

Así fue como las autoridades hacendarias se vieron precisadas a fondear a PEMEX para evitar que las reclamaciones de los acreedores prosperasen. Si bien estamos inmersos en un mar de cifras mentirosas manejadas, un galimatías convertido en batidillo, todo parece indicar que la Secretaría de Hacienda permitirá a PEMEX conseguir fondos prestables por un monto superior al recorte presupuestal, únicamente para pagar a proveedores pero no habrá fondos para inversiones en exploración y refinación. ¡Que se hunda la empresa pero sin causar trastornos al prestigio de los hacendarios!

Desde el inicio de la funesta reforma energética se anticipaba con frenética alegría el advenimiento de una corriente de inversiones extranjeras cuya presencia anunciaba la prosperidad prometida. Dos años después de aprobada con fanfarrias y sobornos legislativos, la mentada reforma no ha arrojado ningún resultado positivo. Hace algunos meses, en una ceremonia de reconocimiento en Texas por sus esfuerzos a su empeño innovador en materia de hidrocarburos, el Presidente Peña ofreció anticipar para abril de este año la autorización para la libre importación de gasolina y demás productos petrolíferos. Empero, para participar en este negocio, las empresas interesadas  carecen de ductos e instalaciones para el almacenamiento. Ante esta realidad, el gobierno –siempre obsecuente con los bienes públicos-- ofreció que PEMEX les rentaría tanques de almacenamiento y ductos. ¿En que van invertir las empresas extranjeras? Negocios de saliva. ¿Nunca superaremos la vocación entreguista del intercambio de oro por chucherías? Seguimos siendo víctimas de una proclividad entreguista gestada por el consentimiento irreflexivo a la globalidad, al apego a fórmulas contrarias a nuestras tradiciones y valores; no encontramos formas nacionales para darnos gobiernos eficaces y honrados. ¿No era esa la misma justificación enarbolada por quienes buscaron en Maximiliano la solución a la llamada “ingobernabilidad mexicana”?

No tengo atributos de profeta ni de psiquiatra, pero creo que el mayor anhelo del gobierno es ver el territorio mexicano dominado por gasolineras con logotipos de Chevron, Shell, etc. con anuncios: “Aquí se vende gasolina importada, de gran calidad y se sirve en litros completos”. Monumental testimonio a nuestra incompetencia, a nuestra actitud indiferente, a nuestra pasividad. Será la culminación de la gran derrota histórica de México

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