Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Pepe Espinoza es inocente

Ulises Rodríguez

27 de octubre de 2015

El poder puede tenerlo cualquiera, pero no todos saben ejercerlo. No todos nacieron ni se han preparado para ello. Es lastimero ver a una persona como el secretario general de gobierno de Nayarit, el abogado y periodista José Trinidad Espinoza Vargas, padecer una devaluación tan profunda en su imagen gracias justamente a la ausencia de esta virtud, aunada a la no menos grave deficiencia que es la de no tener palabra. Y decidí abordar el tema porque en la última semana, la falta de palabra de secretario y su ausencia de astucia y tacto político en temas graves de la agenda local, fueron tema de conversación.

¡Pobre Pepe, es inocente! -Me exclamó un buen amigo periodista-, no se le pueden pedir peras al olmo y Pepe no sirve para la política, él es periodista y vendedor, no político.

Ni como canal válido de comunicación sirve el señor secretario, quien se ha ganado a pulso el folklórico apodo de “Pepe Atoles” porque a decir de quienes han tratado con él, es especialista en “dar atole con el dedo”, es decir, nunca resolver nada.

Debo volver a decir, como antes ya lo había hecho, que el secretario me cae bien. Lo veo tan fuera de lugar, tan desubicado de sus funciones, tan absorto de la política que me genera cierta simpatía. El secretario hace política a través de las redes sociales, no hay un solo día por ejemplo en que no cambie la foto de su perfil de Facebook al menos 3 veces, siempre sonriente, siembre despeinado y sin gel, con frases efusivas llenas de patriotismo, con vivas y con pensamientos que quizá llevan la intención de hacerlo parecer un estadista… ¡es gracioso el buen Pepe Espinoza! Y eso nadie se lo podemos regatear.

Hace años, en 2006, realizó una intensa campaña política para ser candidato del PRI a diputado federal por Tepic. “Tú me conoces” era el slogan de su campaña y se presentaba como un periodista que incursionaba en el ámbito político y que no estaba maleado, una especie de rostro nuevo del PRI. Muchos pensaron entonces que el ex delegado del seguro social en Nayarit podría ser una buena opción para los electores, sobre todo porque la presencia de un candidato presidencial tan desprestigiado como Roberto Madrazo y el descrédito de Ney González, parecía que le cobrarían factura al PRI en Nayarit. Finalmente, fue impuesto el ex gobernador Celso Delgado Ramírez como candidato a diputado federal y a Pepe Espinoza se le consideró como suplente de aquella fórmula. Ambos recibieron una paliza electoral por parte de la ex alcaldesa de Tepic, la señora María Eugenia Jiménez Valenzuela, a la sazón candidata de la coalición por el bien de todos, que postulaba a la presidencia de México a Andrés Manuel López Obrador. Debutó mal, políticamente el secretario.

Si Roberto Sandoval no lo hace diputado local en las elecciones de 2017, el panorama para Pepe Espinoza es magro. Desprestigiado, sin capital político, sin credibilidad y con un añejo enfrentamiento con Manuel Cota Jiménez, el seguro candidato del PRI a gobernador en 2017 –basta recordar que fue el diario Consensos, propiedad de Espinoza, junto con Crítica de Lenin Guardado, los que difundieron la falsa noticia de que un hijo del actual senador, había asesinado imprudencialmente a una persona al atropellarla y acusaron entonces alcalde de Tepic de usar sus influencias para librar a su vástago de la cárcel-.

Hace algunas semanas, un buen amigo mío al que respeto y estimo, nos platicó una anécdota que en cuanto hubieron pasado las carcajadas, de inmediato me hizo recordar al actual secretario general de gobierno. Mi amigo, hace tiempo tuvo la oportunidad de formar parte del círculo cercano de un gobernador y me platicó que, ante las quejas que le expresaban al gobernador un buen número de secretarios de estado sobre la ineficiencia del secretario general de gobierno, éste decidió propiciar la ocasión en donde estuvieron juntos la mayoría de los quejosos. Ante estos, les narró que cuando él era funcionario en el gobierno de Emilio M. González, él mismo se quejaba junto con sus compañeros del entonces secretario de gobierno, que era un abogado que hoy es magistrado y cuyo nombre omitiré por respeto –designado secretario a la salida de Félix Torres Haro, quien fue en busca de una candidatura-, a lo que el gobernador les respondió, parsimonioso y después de haber escuchado todas las quejas:

-Miren, ¿por qué creen que lo tengo en ese puesto? Los gobernadores siempre ubicamos en el segundo cargo más importante, administrativamente hablando, a un pendejo que no le haga sombra al gobernador ni que ponga en peligro su liderazgo político… así que ustedes síganle chambeando y no se fijen en el secretario, a él déjenlo seguir pensando que sin él no se mueve el estado- finalizó la anécdota. Justo ese es el papel que juega Pepe Espinoza, el de patiño de un gobernador tan gris como lo es Roberto Sandoval. Pero de algo estoy seguro, él no tiene la culpa… como bien dijo mi amigo periodista, no se le pueden pedir peras al olmo.

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