Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

La sociedad del futuro

Octavio Camelo Romero

11 de septiembre de 2015

En estos tiempos de grandes penurias, de espantosa miseria humana, de pobreza masificada, de extraordinaria concentración y centralización de la riqueza y del capital, surge como una necesidad objetiva vislumbrar a la sociedad del futuro. ¿Cómo será, cuál forma adoptará, cómo se estructurará, cuál será su organización social, etc.? Está quedando palmariamente demostrado que en el futuro no habrá “socialismo” por región o país. La derrota del bloque socialista por el capitalismo contemporáneo es extraordinariamente aleccionadora. Simplemente el supuesto socialismo no logró superar las relaciones capitalistas de producción, no logró desenajenarse de las relaciones del trabajo asalariado ni del beneficio o de la ganancia como fuerza motriz de la producción. Esa especie de capitalismo de Estado que vivieron los llamados países socialistas sucumbió, como sucumbieron los países en desarrollo ante el imponente desarrollo del capitalismo en los países desarrollados.

Quizás una de las limitaciones de los lectores de El Capital sea el no concebir la desigualdad nacional en el desarrollo del capitalismo mundial. Ya antes Rosa Luxemburgo había llamado la atención  de esta limitación en su estudio de la Acumulación del Capital. Y aunque su tratamiento fue tangencial, si quedaba evidente que no todos los países tienen el mismo grado de desarrollo capitalista. Consecuentemente con esto, no todos los países tienen el mismo poder económico ni mucho menos la posibilidad de invertir fuera de sus fronteras. Esta desigualdad del crecimiento capitalista se ve reflejada en el sometimiento de las regiones menos desarrolladas por las regiones más desarrolladas. Pero además, como necesidad objetiva, surge la exigencia de derribar las fronteras y lis Estados-Nación para compactar grandes zonas económicas donde las mercancías y los capitales puedan circular libremente. En esencia esta es la característica del neoliberalismo. Tal situación permite que el tejido socio-económico se transforme y se agrande a tal grado que el mundo se hace interdependiente. Por eso hoy menos que ayer, se puede hablar de socialismo nacional o por país. En tal sentido la sociedad del futuro será de naturaleza mundial y no regional.

También quedó claro que caudillismos como los de Chávez o semejantes a él no son ni remotamente movimientos socialistas. En el mejor de los casos son corrientes burguesas que al verse asediadas por los grandes capitales transnacionales se organizan y se enfrentan teniendo tras de sí a una base social de considerable magnitud. Estos son movimientos democrático-burgueses más no, socialistas. En México estos movimientos están representados por Andrés Manuel López Obrador, por Cuauhtémoc Cárdenas, por el PRD, etc.

Otro de los problemas presentes que tendrán necesariamente una solución en la sociedad del futuro es el de la relación del trabajo humano frente a la implementación de la ciencia y de la robótica en la esfera socio-económica y política. Si seguimos pensando que en el futuro las relaciones capitalistas de producción seguirán vigentes, y por tanto el trabajo asalariado seguirá rigiendo, entonces debemos preocuparnos por la automatización porque seguramente desplazará a obreros y se generará una espantosa desocupación que sólo con el exterminio de las guerras tendría solución. Pero si pensamos que en el futuro habrá una forma de organización social distinta a la capitalista en la cual desaparecerá el trabajo asalariado, entonces la robótica y la inteligencia artificial servirán para darle más tiempo libre al humano para cultivar su espíritu. Por lo pronto preocupémonos por la crisis del presente y del futuro inmediato del 2016. Los bisoños funcionarios federales se empeñan en matarnos de hambre. En fin.


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