Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

En Nayarit, periodistas mueren pero de hambre

Oscar González Bonilla

06 de agosto de 2015

Por convicción, añadido el deseo de volver a sentir solidaria presencia de quienes cuando menos forman parte del gremio periodístico en Tepic, asistí a la marcha realizada este miércoles 5 por la avenida México, principal arteria de la ciudad, de Catedral hasta la Plaza Bicentenario frente a Palacio de Gobierno.

Motivó a los periodistas nuestros exigir justicia en la calle por el artero asesinato del foto-reportero Rubén Espinoza, junto con cuatro mujeres en un departamento de la colonia Narvarte de la ciudad de México. Todos tenían huellas de tortura y el tiro de gracia, según informaciones en medios con difusa velocidad.

Rubén Espinoza, nacido en el Distrito Federal, por años desarrolló su actividad en el Estado de Veracruz como fotógrafo de la revista Proceso y la agencia Cuartoscuro, y Nadia Vera, nacida en Chiapas, de profesión Antropóloga y activista de derechos humanos en Veracruz, se convirtieron en piedra en el zapato para el gobernador de aquella entidad, Javier Duarte, por su trabajo crítico al régimen. Causa de su artero crimen, se supone.

Pero nuestros reporteros, fotógrafos, camarógrafos y demás parafernalia en los medios de comunicación, escritos, electrónicos y alternativos no reaccionaron de igual manera ante asesinatos de periodistas en otras partes del país (en la última década van más de 80), incluso ante el crimen el año pasado con alevosía y ventaja de Regina Martínez, también corresponsal de Proceso en Veracruz. Para no ir muy lejos en esta última entidad son 14 los comunicadores a quienes les han quitado la vida con violencia.

La fuerte influencia que recibieron a través de los medios de comunicación nacionales seguro provocó alta dosis de motivación capaz de rebelarse ante insólito acontecimiento, calificado como barbarie, pues dar muerte de un jalón a cinco personas sí que es de llamar la atención, pero todavía más porque en la carnicería cayó un colega de los reporteros nuestros.

Habría que protestar públicamente como chingados no. Antes y en los momentos   previos al arranque de la marcha, indagué entre amigos de confianza de mi camada sobre qué organización periodística había convocado a la manifestación. Nadie me supo decir. Alguien me dijo así como que fue de manera individual. Pero eso al final de cuentas no tenía la menor importancia.

Estábamos reunidos allí, frente a Catedral, dispuestos a alzar la voz en protesta porque gobiernos autoritarios pretenden acallar la voz del pueblo asesinando periodistas. A una mujer micrófono en mano, cuya voz salía de una bocina rodante, en el transcurso de la marcha se le ocurrió decir que también en Nayarit están matando periodistas.

Y alguien entre los vagos manifestantes dijo que sí, pero de hambre. Mientras caminábamos tuvo entonces la capacidad de nombrar periodistas que han muerto en los cuatro años de gobierno de Roberto Sandoval: Luis Chávez López, Pedro Jaime Batista, Enrique Vargas López, Paco Ocampo, Pedro Pulido Alegría, Arturo “El Guacho” Zúñiga, José María Narváez y Cecilio Cervantes Testa, entre otros.

Me sorprendió la entusiasta participación de jóvenes, hombres y mujeres, que desempeñan distintos labores en los diferentes medios de comunicación locales. A la gran mayoría no conozco, pero sé que esto es un proceso dialéctico: lo nuevo sustituye a lo viejo. Busqué a aquellos compañeros reporteros de mi generación y no encontré ninguno, solo escasos de la camada de generación anterior.

Menos acudieron aquellos periodistas que en la actualidad están ubicados en zona de confort, que ya no les interesa luchar por la reivindicación de derechos porque ya lo tienen todo, tampoco salir a dar la cara para exigir justicia ante el crimen, por la libertad de expresión, pero tampoco por el derecho a la información. Eso es para seres primitivos, para asalariados, para la prole pues.

Tampoco en el epicentro de la manifestación (frente a Palacio de Gobierno) se dejaron ver quienes en su larga vida han sido burócratas de la información, comprometidos con las mejores causas….del gobierno. Esos no los queremos, porque de antemano se sabe son incapaces de ejercer periodismo socialmente comprometido.

El acontecimiento de esta vez, me hizo recordar aquella memorable manifestación nutrida por integrantes de organizaciones periodísticas (en ese tiempo APENAC y APROCON) también para demandar justicia por el asesinato a balazos del periodista Manuel Buendía Tellezgirón, ocurrido el 30 de mayo de 1984 en la ciudad de México. Y una más reciente en el gobierno estatal de Ney González por la legislación de un ordenamiento legal que afectaba al periodismo nayarita.

Tuve que abandonar el sitio para cumplir actividad de ensayo con mi grupo de teatro, no sin antes escuchar el discurso de una compañera leído en su celular (moda que en Nayarit impuso el gobernador Ney González en actos públicos), y enseguida el discurso incendiario de Cuauhtémoc Becerra que por poco provoca que los jóvenes se levanten en armas contra el gobierno de Roberto Sandoval.

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