Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Destinos del capital ocioso

Octavio Camelo Romero

25 de junio de 2015

Al parecer, la década de 1970 del milenio pasado fue el punto de quiebre en la historia del capitalismo mundial. Todo parece indicar que en los años 60 y 70 la tasa media de ganancia dio un bajón a tal grado que impulsó por un lado el desarrollo científico-técnico y por el otro, la incorporación de la ciencia y la tecnología a la esfera de las fuerzas productoras de plusvalía. Sin embargo, el desarrollo de los medios de producción debió haber provocado por un lado la saturación de mercancías en el mercado y por el otro, la contracción de la demanda efectiva a causa de la disminución de la capacidad adquisitiva de las masas consumidoras, bien porque se generó el desempleo o bien por la reducción de los salarios o ambas cosas combinadas. Lo cierto es que estas circunstancias dieron pie a la formación de un capital ocioso que bajo el nombre de sobreacumulación se localizó en las esferas productivas, comerciales, financieras, etc.

Como ya se ha dicho, el dinero para convertirse en capital tiene que generar un excedente, tiene que valorizarse, esto es, tiene que entrar en un proceso de valorización. Por lo tanto, el capital es en esencia un proceso de valorización. La maquinaria de por sí no es capital, es un medio de producción en potencia. Y un medio de producción de mercancías y del excedente o plusvalía. El humano, la fuerza humana de trabajo es por consiguiente la única productora de tal excedente Por eso mientras no se incorpore el trabajo del humano al proceso productivo las máquinas virtualmente son capital muerto. Y en ese afán de vivificar al capital muerto u ocioso, los poseedores o administradores del mismo tuvieron que mirar a su alrededor. Es así como África, América Latina y Asia resultaron ser los espacios para hacer inversiones directas o de mediano y largo plazo.  Para tal efecto se tuvo que dar un proceso de liberación de la tierra, del mercado mercantil y financiero, y sobre todo, se tuvo que permitir la libre circulación de capitales entre los distintos países o geografías. Toda esa tarea la hicieron los estados nacionales bajo las políticas neoliberales que se propusieron destruir o transformar dichos estados nacionales en estados transnacionalizados. Y en México se hizo lo propio con el PROCEDE y con las Reformas Estructurales.

El capital ocioso puede invertirse en proyectos de largo plazo. Entre otros destinos puede tener la deuda pública, educación o los proyectos de infraestructura. Por lo que respecta a la administración del presidente Peña Nieto, al parecer se inclina a resucitar al capital muerto en la esfera de la infraestructura. Y como atinadamente expresa Videgaray, el país cuenta con cuatro fortalezas que permitirán desarrollar los proyectos de  infraestructura:en primer lugar tiene un entorno de estabilidad macroeconómica, en segundo lugar cuenta con el marco jurídico adecuado, una regulación de avanzada en materia de participación del sector privado en la creación de infraestructura, en tercer término en México están ocurriendo cambios importantes que serán detonadores de infraestructura y de apetito de los inversionistas para generarla, y el cuarto elemento es la solidez y profundidad de los mercados financieros, una banca capitalizada y con capacidad de financiamiento. El único problema que se va a tener es la definición del tipo de infraestructura que requiere el desarrollo del capitalismo mexicano. En fin.

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