Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Transnacionalización latinoamericana

Octavio Camelo Romero

13 de abril de 2015

México es el ejemplo. Los gobernantes de los países latinoamericanos y caribeños deben hacer lo que hizo el presidente mexicano Enrique Peña Nieto: entregar a su país a los capitales transnacionales con asiento en Estados Unidos. En esencia ese fue el mensaje del presidente norteamericano Barack Obama. Y la respuesta no se hizo esperar, en la primer sesión de la Cumbre de las Américas el presidente ecuatoriano Rafael Correa responde diciendo que las élites latinoamericanas que los Estados Unidos han apoyado son aún incapaces de comprender que los derechos fundamentales son para todos, y que cuando ellos denuncian que se violan sus derechos humanos es porque por primera vez todos están en igualdad de condiciones ante la ley y se han terminado los privilegios. Y es que el capital transnacional que se ha asentado en China ya se infiltró en el centro-sur de las Américas y cuenta con otro modelo de desarrollo para la región diferente al de USA.

El capital transnacional asiático tiene la mayor capacidad económica del mundo. Además de contar con el mayor número de efectivos del ejército, cuenta con una de las poblaciones más numerosas del mundo y  tiene una economía que en su tiempo de desaceleración crece a un ritmo mayor del 7% anual. Ningún otro país del planeta tiene esas características, ningún otro país del mundo tiene un ejército formado por 100 millones de efectivos, ninguna otra economía del globo crece a más del 7% anual. El crecimiento de los tradicionales países imperiales es un poco mayor al 2%. Incluso países como Japón y la Unión Europea ni siquiera llegan al 1%.

La actual crisis del capitalismo mundial ha impulsado a gobiernos de países con problemas comunes a buscar su preservación dentro del convulso campo capitalista. Literalmente se trata de un “reacomodo de fuerzas”, un ajuste de intereses del capital mundial que necesariamente modificará la “geopolítica” y la “geoeconomía”.   A su vez, este "reacomodo de fuerzas" modifica la estructura y las características del Imperialismo. El imperialismo contemporáneo se diferencia estructuralmente del imperialismo de inicios del siglo anterior en que hoy la trama de inversión ha creado un tejido social mundial difícilmente identificado con alguna región o nacionalidad exclusiva. Por eso lo que le ocurre incluso a China o a Japón le repercute a EE.UU o a la “zona euro”. La geoeconomía se ha mundializado y la geopolítica tiende a mundializarse. En el Continente Americano se agrupan los países en la CELAC sin la membrecía de EEUU y Canadá. Esta Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe a futuro será una comunidad política y económica relevante. Por su parte en el Continente Europeo se reagruparon los países de la Comunidad Europea sin la participación del Reino Unido.  Estas organizaciones son el resultado de ciertas contradicciones sociales y contradicciones entre las burguesías nacionales, regionales y las burguesías transnacionales. Este ha sido el motivo de la aparición de gobiernos defensores de los capitalismos nativos y del interés popular, como ha sucedido en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador y Nicaragua, etc. La CELAC es el resultado de esas luchas y de esos gobiernos, es el resultado de la lucha anti-neoliberal de esas democracias burguesas al estilo norteamericano y de ese recargón en los modelos socialmente más flexibles al estilo chino. Parten de la experiencia histórico-social de la unidad como la única vía para lograr el desarrollo de la región y mitigar la lacerante desigualdad social. Por eso es importante estar observando e interpretando el acontecer real de la Cumbre de las Américas y observar el grado de flexibilidad de USA en la coexistencia con China en la región.


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