Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Crisis universitaria en 2015

Octavio Camelo Romero

06 de enero de 2015

El cierre del año 2014 puso a prueba a las organizaciones gremiales y a sus dirigentes así como a las autoridades universitarias. Ya se vislumbraba un conflicto de intereses aunque no de esa magnitud. Los becarios del CONACYT  se quejaban de la no entrega en tiempo, forma y cuantía de las becas. Otro tanto sucedía con los becarios “al desempeño” académico. Entre los jubilados se escuchaba que “el fondo de jubilados y pensionados” estaba desfondado. La inquietud al interior de los diversos sectores de la UAN era porque atisbaban que algo andaba mal, que la aparente tranquilidad universitaria estaba prendida con alfileres. Y ese malestar vino a aflorar cuando a los académicos y a los trabajadores administrativos y manuales de la “alma mater” simplemente se les dice que no recibirán aguinaldo ni prestaciones de ley porque no hay dinero. Los controles se descontrolan; las organizaciones gremiales que se suponía controlaban a sus agremiados fueron tan flexibles que espontáneamente y al margen de ellas surgió un frente de lucha y reclamo por el incumplimiento de las obligaciones de ley. La inconformidad rebasó los márgenes permitidos por las dirigencias y se estuvo a un paso de la anarquía. La sobriedad de los inconformes y de los dirigentes sindicales permitió la concordia donde todo parecía discordia. Se estableció la comunicación y se marchó desde la ciudad de la “cultura” hasta el extinto jardín “San Román” para reclamarle equivocadamente a la autoridad equivocada el “dinero” que hacía falta a la UAN para cumplir con la obligación patronal consignada en el contrato-ley y en la Ley Federal del Trabajo. Al tiempo nos enteramos que el gobierno de las gente y la federación habían entregado en tiempo y forma los respectivos recursos financieros a la universidad. Después supimos que el rector de la “alma mater” había recibido un préstamo para pagar la segunda quincena de diciembre del 2014 y algunas otras prestaciones de ley, quedando pendiente para un futuro incierto lo del aguinaldo.

En el argot legal se dice de quien incumple la ley que “delinque” y por lo tanto, se constituye en un delincuente. Por eso quienes incumplen con las obligaciones de ley están delinquiendo y adquieren consecuentemente la categoría de delincuentes. No importa si son autoridades federales, estatales o municipales, o si son autoridades civiles, militares o académicas, o si son simplemente ciudadanos. El estatus de delincuente se adquiere por la condición de incumplimiento con la norma jurídica o por violación a ley Sin embargo, para los efectos de la “justicia” si interesa el saber quién es el delincuente. La justicia no está tan ciega como se dice y cuando se trata de cierta autoridad; en esos casos se hace la desentendida y de manera natural brota la impunidad. Ante tales situaciones la justicia se transforma en su opuesta, en la injusticia. Y ante la ilegalidad y la injusticia a la sociedad no  le queda otro camino que la organización, la lucha y la exigencia de la vuelta a la legalidad.

En el ámbito universitario el 2015 entra con un mal sabor de boca provocado por el incumplimiento de las obligaciones patronales estipuladas en el contrato-ley. No se entregó el aguinaldo pactado aunque las demás prestaciones de ley se entregaron extemporáneamente el día 30 de diciembre del 2014. En la historia de la Universidad  no se había tenido una situación semejante. El dirigente del SETUAN en una arenga frente a sus trabajadores dijo que a la caja universitaria entra anualmente poco más de 1,700 millones de pesos y que la nómina junto con las prestaciones de ley de los universitarios es alrededor de 1,400 millones de pesos. Que tanto la federación como el gobierno del estado habían entregado lo que les correspondía. Por lo tanto nos preguntamos: ¿Qué pasó con el dinero universitario? No falta quien asegure que se perdió, otros que se invirtió en alguna campaña electoral, otros que alguna de las dirigencias de los sectores universitarios se lo gastaron, pero, lo cierto es que “no hay dinero” en las arcas de la UAN. Por eso se exige transparencia en el manejo de los recursos universitarios; por eso se ha perdido en algunos la credibilidad en las instancias universitarias; por eso se exige la vuelta de la justicia. Otra cosa es que la “justicia” que no está ciega, haga caso. En fin.

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