Tepic, Nayarit, martes 23 de abril de 2024

Libertad de prensa, comunicación y democracia

Marco Vinicio Jaime

28 de abril de 2014

“El periodismo es grande. Cada periodista ¿no es un regulador del mundo, si lo persuade?”
-Thomas Carlyle.

El recién desaparecido periodista y escritor, Gabriel García Márquez, sostuvo siempre que “el periodismo es el mejor oficio del mundo”. Lo asistió la razón, pues ¿habrá alguien con la debida autoridad intelectual que pueda poner en duda la calidad de sus obras?

De su natal Aracataca, Colombia, al mundo, el Premio Nobel de literatura compartió por más de medio siglo su creatividad e ingenio para desentrañar como pocos el espacio político, social y económico, auxiliado sin lugar a dudas, y como lo reconoció, de la invaluable formación periodística que dió vida a su “realismo mágico”. De “El coronel no tiene quien le escriba”, “La mala hora” y “La hojarasca”, a “Del amor y otros demonios”, “El amor en tiempos del Cólera”, y hasta llegar al ampliamente conocido “Cien años de soledad”, el famoso Gabo dejó plasmado un magistral recorrido sutil por los avatares del hombre en sus múltiples facetas, recreando con ese inseparable olfato periodístico el anhelo final de una sociedad mejor.

El periodismo, viene entonces a ser un conducto imprescindible que interconecta el sentir pasado, presente y con perspectiva a futuro de la sociedad, con el desenvolvimiento gubernamental y el ansiado tránsito a la democratización plena de beneficios para todos.

No por nada este próximo tres de mayo del año en curso, se conmemorará un aniversario más del Día Mundial de la Libertad de Prensa, luego de la proclama que hiciera en el año de 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas, a iniciativa de los países miembros de la Unesco, con la idea de "fomentar la libertad de prensa en el mundo al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática". La fecha, según una reconocida obra de consulta, “recuerda la instauración de la Declaración de Windhoek (En Namibia) durante el Seminario para la promoción de una prensa africana independiente y pluralista, celebrado del 29 de abril al 3 de mayo de 1991, bajo la tutela [asimismo] de las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura”, donde se sostuvo entre sus principales puntos: “[Que] el establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de una prensa independiente, pluralista, y libre son indispensables para el desarrollo y mantenimiento de la democracia en un país, así como para el desarrollo económico”. Y Nayarit, cabe destacar, se suma desde ahora y en lo sucesivo a la conmemoración,  hasta por decreto (principalmente a través del Premio Estatal de Periodismo), a fin de ir acorde con una participación más de fondo en la confección del sistema democrático requerido.

En virtud de lo anterior, resulta comprensible que la labor profesional y con estricto apego a valores de los medios de comunicación, vaya íntimamente ligada con el desarrollo social, el progreso intelectual y el ejercicio transparente y democrático del poder, que bien lo asentó el filósofo y periodista español José Ortega y Gasset, al mencionar que el hombre “es su tiempo y sus circunstancias”, partiendo del bagaje informativo, cultural, político e ideológico que permea para bien o para mal el patrón comportamental de los individuos.
    
De tal suerte que el ejercicio de acopiar, reseñar, interpretar, analizar y explicar la realidad noticiosa que circunda y compenetra al mismo tiempo en el entramado social, ha constituido herramienta indispensable en la construcción del presente y futuro de los pueblos, a un tiempo que apoyo sobresaliente de la autoridad para captar con mayor eficacia el espacio y momentos vividos en aras de una sólida unidad que permita avanzar hacia cada vez mayores estándares de bienestar general.

Por lo tanto, el quehacer periodístico posee una influencia sobresaliente en la formación de un pueblo, de una nación, siendo pues, coadyuvante esencial en la emisión de ideas que promueven su libertad, puesto que como lo dijo el respetado y con razón  llamado “Benemérito de las Américas”, Benito Juárez: "La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar".

En consecuencia, la selección de información y de quienes ejercen la noble labor de informar, hoy adquiere un valor trascendente en razón de la importancia de ponderar ética, valores, responsabilidad y profesionalismo, venciendo los peligros que advirtió en su momento el politólogo italiano Giovanni Sartori en su obra: “Homo videns: la sociedad teledirigida”, en aras de facilitar una adecuada formación intelectual de la sociedad que le evite ser utilizada para propósitos aviesos del mercantilismo descarado de la vorágine contemporánea y sus antivalores, muchas de las veces disfrazados de entretenimiento, deporte o hasta de esquemas –paradójicamente-  de ‘superación personal’;  pero lo más grave, fomentados en múltiples ocasiones por  conductos institucionales, como si aún no se tuviera bastante con los propios problemas morales en los que está inmersa la ciudadanía. Grande es sin duda el desafío de periodistas y medios de comunicación en la era digital,  comprometidos con el progreso de veras de la colectividad.

Así, los medios de comunicación y sus representantes han sido, son y seguirán siendo baluarte indispensable en la democratización de los pueblos, en la medida en cumplan con su razón de ser, que no es otra que constituirse en el mejor conducto que facilite información de calidad, la cual rompa las cadenas de la ignorancia, los dogmatismos y cualquier imposición irracional –sea política, electorera, económica o social- que contravenga los derechos y garantías individuales consagrados en la Constitución, y en este caso, a los que hacen referencia los artículo 1º, 3º, 4º y 123 de la General de la República con relación a empleo, salario, vivienda y educación dignos y decorosos para todos; entendiéndose tales, como objetivos concretos a fortalecer de manera permanente, buscando a su vez mayores elementos que multipliquen sus efectos; lo que será después de todo, el parámetro de la eficacia gubernamental misma.

De conformidad, la libertad de expresión es un derecho humano fundamental, como se indica en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

Según especialistas, "la lucha por la libertad de expresión nos corresponde a [todas] y a todos, ya que es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de [las] y los demás a decir cualquier cosa, por más ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra. La libre manifestación de las ideas está consagrada en nuestra Carta Magna en los artículos 6º y 7º constitucionales".

Y la libertad de expresión, es el conducto más eficaz para alcanzar un pleno desenvolvimiento social, de respeto, de solidaridad y cohesión mutuas de todos, por todos y para todos; de una sociedad debidamente formada e informada, libre, donde la autoridad –desde sus distintos órdenes de gobierno- posee un papel esencial al ser facilitadora de las mejores condiciones para alcanzar el cometido, porque su sensibilidad y oficio le permiten comprender cabalmente la importancia de la comunicación, comunicar y ser comunicado inteligentemente con base en la verdad sin velados ni abiertos artificios que la oculten en pro de intereses totalmente ajenos a los de la colectividad.

La libertad de expresión influye determinantemente en una autoridad que comprende su tiempo y sus circunstancias y que valora a cada momento el papel de sus nobles representantes del ámbito profesional, de los periodistas, al respaldarlos  y convocarlos de conformidad a conjuntar esfuerzos en pro de la construcción de una mayor calidad de vida, en favor de la sociedad misma.

Por ello, comunicar y ser comunicado, como base de una interlocución estratégica que edifica, cultiva el saber, valores y buenas relaciones, viene a enriquecer la cultura, al tiempo que facilita los elementos indispensables de todo sistema que busca permanentemente el pleno desenvolvimiento democrático; comprendiéndose por esto último, un entendimiento mutuo, empático, gobierno-sociedad y sociedad-sociedad, propiciando así la vigencia incólume del Estado de Derecho.

Es pues, el momento propicio en Nayarit, para hacerlo posible: es el tiempo de edificar, de marchar verdaderamente unidos, periodistas y gobierno de cara a la ciudadanía, en pro de una cada vez mejor comunicación veraz hacia la democracia plena, de la vigencia incólume del Estado de Derecho. ¡Por los  periodistas del mundo, de México, por los de Nayarit: viva pues, la libertad de prensa, viva la libertad de expresión!

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