Tepic, Nayarit, jueves 18 de abril de 2024

La tercera guerra mundial

Octavio Camelo Romero

11 de septiembre de 2013

La contradicción fundamental del capitalismo es la contradicción entre los asalariados y los capitalistas. Sin embargo existen contradicciones internas en cada una de las clases en la sociedad. En el campo de los trabajadores se presenta la batalla por conseguir un empleo y como consecuencia de esa lucha interobrera resulta el abaratamiento de la mano de obra. Entre los capitalistas los enfrentamientos son por conquistar el mercado del oponente y por sacarlo de la jugada como condición para la realización de la reproducción ampliada del capital.

En este último campo de batalla se aprecian los conflictos entre grandes y pequeños capitales, entre los capitales extranjeros y los capitales nacionales, entre los mismos capitales grandes. Esta guerra intercapitalista es una guerra social a muerte, es un “quítate tú para ponerme yo”. Se trata de quitarle el comercio al de enfrente, de desbancarlo de su situación de hegemónico o dominante. Se pretende arrebatarle el comercio, el mercado y de absorber la plusvalía o la ganancia que su competidor se estaba enchalecando.

En un momento dado surgen como motivo de lucha intercapitalista los supuestos intereses de la nación para enfrentarse los capitales nacionales a los capitales extranjeros. Eso fue lo que aconteció en México en el siglo XIX  con la “lucha por la Independencia”, en la lucha juarista por la “liberación del suelo acaparado por la Iglesia y por los indígenas”, eso fue lo que sucedió en el siglo XX en la “lucha de la Revolución Mexicana”,  ese es el fondo del Movimiento de Liberación Nacional, etc.

En ciertos momentos y bajo determinadas circunstancias de entre todas las contradicciones sociales incluyendo a la contradicción fundamental, surge una que se caracteriza como la contradicción  principal y que influencia a todas las demás contradicciones. La contradicción principal hegemoniza las luchas al interior y al exterior del país. La durabilidad de su supremacía es completamente coyuntural. Tal es el caso muy sonado de Siria y de las posturas de Obama por parte de EEUU y de Putin por Rusia.

En las contradicciones entre las burguesías nacional y extranjera normalmente las luchas se presentan como luchas democrático-nacionalistas y de amplia participación popular. Y son así porque los intereses extranjeros afectan no sólo a los intereses de las burguesías grande y mediana del país en cuestión, sino que también afecta a los intereses tanto de los pequeños y micro empresarios como de los asalariados. Por eso el carácter popular y democrático de estas luchas, por eso la flexibilidad para la participación en ellas y por eso el planteamiento social como salida o respuesta a este tipo de contradicción. De allí que haya sido y sea inadecuado caracterizar la lucha que representó y representa André Manuel López Obrador como una lucha por el socialismo. En sentido estricto ha sido y es una lucha democrático-nacionalista en la cual se ven reflejados los intereses de los asalariados y de las burguesías golpeadas por el capitalismo mundial. En su momento fue correcta la participación de los partidos de izquierda “PT”, “PRD” y “Convergencia”  en ese movimiento democrático burgués de AMLO. Incluso hubiera sido adecuado el acceso a políticos y militantes del PAN, del PRI y de los otros partidos. No hubo motivo para justificar el sectarismo con que se manejaron. Se trataba de una lucha de ciertos sectores de las burguesías nacionales contra la dominación del capitalismo mundial encabezada por laa pequeña burguesía.

Es pertinente recordar que Capitalismo y Neoliberalismo no son una y la misma cosa. Pareciera que se trata de lo mismo, pero no. Es algo muy similar a la confusión que se generó con la identificación del Imperialismo con el Capitalismo. En ambos casos son cosas distintas, aunque una se derive de la otra. Las categorías de Imperialismo y de Neoliberalismo pertenecen a lo que Marx llamó “Superestructura”; pertenecen al campo ideológico-político. El propio Lenin clasifica al Imperialismo como “superestructural”. Y hoy se evidencia su función de gendarmería de los intereses del Capital Dominante del Mundo. Dentro del capitalismo mundial existen ciertos capitales hegemónicos en el planeta. Sin embargo la mundialización del capital ha generado un tejido social, una trabazón de intereses que difícilmente podemos darles nacionalidad. Por ese motivo es difícil que Siria provoque una tercera guerra mundial. Los países imperialistas no siguieron las propuestas de Obama porque atentan contra ellos mismos. Y Rusia en su oposición a EEUU parece que se convierte en gendarme del capital mundial.

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